VIDA DESPUES DE LA MUERTE?
La inesperada muerte de Heath Ledger ha sido la mejor publicidad para su última película, El caballero oscuro, una jugada de márketing involuntario que ha alimentado las expectativas y que favoreció a películas como El cuervo, Gigante o El cartero (y Pablo Neruda).
La muerte de Ledger puede disparar la recaudación de El caballero oscuro
En esta ocasión, además, el personaje que ha "resucitado" a Legder esta semana en las pantallas estadounidenses no es uno cualquiera, sino el siniestro antagonista de Batman, Joker.
Tras la histriónica creación de Jack Nicholson en la versión de Tim Burton en 1989, fue reinterpretado antes de morir por el protagonista de Brokeback Mountain (2005) desde un punto de vista más atormentado e introspectivo, lo que incluso puede llevarle a un posible Oscar póstumo.
Sería el segundo caso en la historia, tras el de Peter Finch, que ganó su premio por Network: un mundo implacable en 1977, por un personaje que, curiosamente, se suicidaba ante las cámaras en la película.
La reacción de su compañero de reparto, William Holden, no tuvo concesión al luto: "Si ese hijo de perra estuviera vivo, yo ahora tendría mi segundo Oscar", exclamó poco después de la ceremonia.
Más escalofriante y morbosa es la historia de Brandon Lee, hijo de Bruce Lee y protagonista de El cuervo (1994), que murió durante el rodaje del que sería su título más recordado al dispararse un arma que llevaba munición real en lugar de balas de fogueo.
Además de que la película retrataba a un hombre que regresa de entre los muertos, su padre había fallecido en similares circunstancias rodando Juego con la muerte (1978), lo que puso sobre el mapa a la mafia china, la leyenda negra y conspiraciones sobre una muerte registrada por la cámara de cine -el material se destruyó a continuación- que, oficialmente, se zanjó como error humano.
El cuervo, dirigida por Alex Proyas, había costado 15 millones de dólares y recaudó casi 150 millones en todo el mundo, lo que le hizo una de las películas más rentables de su año y un título de culto juvenil.
El caballero oscuro también promete una jugosa recaudación a la altura de las mejores entregas del hombre murciélago y podría convertirse para Warner en un éxito histórico, como lo fue el de Gigante (1956), su película más taquillera hasta que fue desbancada por Superman -otra saga maldita- en 1978.
La película de George Stevens también jugó con la baza de un protagonista, James Dean, que había fallecido en accidente de tráfico un año antes y caminaba hacia el mito.
Dean fue nominado al Oscar por su interpretación y era, en realidad, su segunda candidatura póstuma, pues inmediatamente después de morir estrenó Rebelde sin causa (1955), su título más distintivo y que también le posicionó para el eunuco dorado.
Esa película estaría teñida por la muerte más allá del accidente que dejó sin vida a Dean, ya que sus protagonistas morirían en el futuro abruptamente: Sal Mineo en un misterioso tiroteo en 1976 y Natalie Wood ahogada en 1981.
El último toque de claqueta se solapó con el epitafio para Massimo Troisi, que pospuso su operación de corazón porque consideró más importante rodar El cartero (y Pablo Neruda) (1995) y falleció sólo doce horas después de rodar la última escena de la película que le hizo candidato al Oscar.
Un caso similar al de Clark Gable y el tormentoso rodaje de Vidas rebeldes (1961) de John Huston. El último día de filmación, había dicho: "Estoy contento de haber terminado la película. Tener a Marilyn tan sumamente cerca me iba a producir un ataque al corazón", algo que sucedió al día siguiente y acabó con la vida de "el rey" diez días después.
Tampoco Monroe acabaría de rodar su siguiente película y Montgomery Clift murió cuatro años más tarde, lo que incrementó el aura crepuscular del filme.
Finalmente, el caso más heroico para la mentalidad patriótica estadounidense fue el de Carole Lombard, la reina de la comedia sofisticada del Hollywood dorado, que falleció en enero de 1942 cuando se estrelló el avión en el que viajaba para promocionar bonos de guerra.
Ser o no ser, su clásico más imperecedero y, curiosamente, una sátira bélica, se estrenó dos meses más tarde.
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