Se ha producido uno de los más lamentables espectáculos de la historia de la democracia española: un gobierno que produce auténtica vergüenza, aprovechando la tramitación de un anteproyecto de ley denominada “de economía sostenible”, ha colado de rondón en ella una serie de medidas completamente injustificadas en las que consagra un auténtico golpe de estado digital: la posibilidad de cerrar páginas y expulsar a usuarios de Internet con la excusa de los derechos de autor. Un movimiento que pone los pelos de punta y los derechos de autor completamente por encima de los derechos fundamentales de los individuos, que permite cerrar cualquier página alegando una violación de los derechos de autor. El copyright como mordaza a la libertad de expresión. ¿No me gusta tu blog? ¿Tu página? ¿Tu empresa? Te denuncio por cualquier tipo de infracción en materia de derechos de autor.
“en cinco años no habrá canciones ni música“… que no me hagan reír: en cinco años habrá más y mejor música, porque ya van más de cinco años que esto existe, y los únicos que están en crisis son los parásitos de la música. Desde que esto empezó, hay más y mejor música. Los artistas, mira tú por dónde, ganan más. Pero no nos engañemos: esto no tiene nada que ver con las descargas de música, ni con el P2P: esto es un intento por controlar la información, por poder silenciar las opiniones que no nos interese oír, por callar a las voces discordantes.
Este no es mi gobierno. Esto no es una democracia. Si este país tuviese lo que hay que tener, el sinvergüenza que ha permitido la aparición misteriosa de este “quinto punto”, que ha llevado a cabo este atropello a la democracia, tendría que estar dimitiendo mañana mismo. Esto es equiparable a un auténtico golpe de estado digital, es uno de los episodios más impresentables y alucinantes que hemos podido ver como nación supuestamente en democracia: las leyes no las tramitan los ministros ni el Parlamento, las tramitan los talibanes de los derechos de autor, y hacen con ellas lo que les da la gana sin encomendarse a dios ni al diablo. Se publican, y a correr: lo que opinen los ciudadanos, da exactamente igual.
Es el gobierno de Los Otros: están muertos, pero no lo saben.
Fuente: enrique dans
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