miércoles, 13 de agosto de 2008

ACTUAR O NO ACTUAR ANTE UNA AGRESIÓN.



Jesús Neira se debate entre la vida y la muerte en la UCI del hospital Puerta de Hierro de Madrid por salir en defensa de una mujer que estaba siendo agredida en la calle por su pareja. Daniel Oliver, un joven universitario de 23 años, murió a finales del año pasado tras recibir un fuerte golpe del novio de una chica que estaba siendo pateada en el suelo y a la que intentó defender. Tanto la mujer de Jesús como los amigos de Daniel se sienten orgullosos de la valentía mostrada por estas dos víctimas que se han jugado la vida (o la han perdido) en una situación donde otros muchos se quedan mirando desde lejos. Otros, en cambio, creen que el "cementerio está ya lleno de héroes".

No todo el mundo tiene madera de héroe. Ante una agresión, ¿quién no se ha planteado el dilema de intervenir o quedarse quieto? Si intervenimos, nos convertiremos en "ejemplo para toda la sociedad" y en un "ciudadano modélico"; si no, pasaremos a ser "un cobarde" al que los vecinos llegan a recriminar nuestra actitud pasiva, como le ocurrió al argentino que contempló impasible desde su asiento la brutal agresión de un joven a una niña ecuatoriana en el metro de Barcelona.

Las campañas de concienciación de la violencia de género exhortan desde hace años a no mirar para otro lado. Sin embargo, ningún organismo oficial (Guardia Civil, Policía, Instituto de la Mujer, Defensor del Pueblo o Delegación Especial contra la Violencia de Género) pueden hacer una recomendación clara y universal de cómo actuar si vemos una agresión en la calle, más allá de denunciar la situación a la policía a través del 016 o pedir auxilio al 112 de emergencias. "No hay nada escrito, ningún protocolo, porque cada caso es un mundo. Lo único exigible es que se denuncie la agresión, pero intervenir... depende de casa persona y de cada circunstancia", afirman desde la Guardia Civil.

Jesús Neira decidió no cruzarse de brazos cuando, acompañado de su hijo pequeño de 13 años, vio cómo un hombre corpulento golpeaba a su mujer a las puertas de un hotel de Majadahonda (Madrid). "Cualquier mujer agredida hubiera querido tener a alguien que saliera en su defensa como hizo mi marido", afirma Isabel Cepeda, que a pesar del drama padecido, se siente "enormemente orgullosa" de su esposo. Cepeda ha reclamado, a través de los medios, una actitud más dura de la Justicia y un cambio de mentalidad en la sociedad, para que "se huya del individualismo, el egoísmo y el pasotismo ante esta lacra" de la violencia de género.

El profesor Rafael García Ros, titular de Psicología de la Educación en la Universitat de València, señalaba hace meses en 'La Vanguardia' precisamente esta realidad de que "vivimos en una sociedad individualista, donde predominan los planteamientos egoístas e insolidarios". Además, afirmaba que "la observación de una agresión genera una respuesta automática de temor en el observador, que bloquea su actuación frente al miedo que supone poder convertirse en víctima si se actúa".
Las agredidas no denunciaron a sus agresores

En los dos casos se da la coincidencia de que las mujeres por las que Daniel perdió la vida y Jesús está en coma, no denunciaron a sus agresores y no mostraron gratitud alguna. "Es difícil entrar a juzgar las circunstancias psicológicas de estas mujeres", comentan desde la Delegación Especial del Gobierno contra la Violencia de Género. "Es posible que sea la consecuencia de un proceso de anulación de la personalidad, del miedo a lo que pasaría si detuvieran a su pareja, si se quedara sola con sus hijos...", apuntan desde este organismo.

Tampoco parece que actuara muy rápido la Justicia en ambos casos. Los agresores fueron puestos en libertad horas después de las brutales agresiones a sus parejas y a los hombres que trataron de mediar. En el caso de Daniel Oliver, no se ordenó el arresto de su homicida hasta el fallecimiento del joven tras seis días de estar en coma. El hombre que golpeó brutalmente a Jesús Neira se encontraba disfrutando de sus vacaciones en Alicante, mientras su víctima se sigue debatiendo entre la vida y la muerte en la UCI de un hospital, hasta que la noticia saltó a los medios de comunicación.

Casos como estos, con sus trágicas consecuencias, hacen que mucha gente decida mirar para otro lado si en el vagón de metro comienza una pelea, en la calle dos personas se enzarzan a puñetazos o si un hombre golpea a su mujer. "Ves, visto lo visto, mejor no meterse", habrán pensado algunos al conocer la historia de Neira. Pero a pesar de que su defendida no haya hecho ni el más mínimo gesto de reconocimiento , ¿cuántas maltratadas no agradecerían la intervención de un hombre como Jesús?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Las declaraciones de la tal Sandra, diciendo que Antonio P. R. es una bellisima persona han dinamitado todas las campañas del Instituto de la Mujer